Contemplo una humanidad desorientada que tiene prisa por llegar a algún lado, sin saber dónde se haya su objetivo. Entes agitados, en ocasiones angustiados, abrumados por el peso que soportan y sin poder descargar sus quintales en hombros generosos que no logran encontrar. Frecuentes zancadillas, engaños en forma de letras pequeñas al firmar contratos, constantes abusos de los que poseen autoridad. Nulo reconocimiento al dolor que alguien concreto, una persona con nombres y apellidos, se enfrenta al todopoderoso ser del estado o hacienda, cuándo resulta imposible cumplir con unas obligaciones pecuniarias. El desencanto es general. El pesimismo casi se mastica. Los sujetos, que son personas que vivimos en este mundo, hemos perdido el norte, por no decir nuestras convicciones profundas, de qué somos y adónde vamos. ¿Cómo acabará este retazo deshilachado de historia mundial? En los próximos siglos tendrán claro que por tener tantas cosas en abundancia perdimos lo esencial. Basta pasear por la India para ver a gente viviendo en la miseria que aún sabe sonreír de verdad, disfrutar de su familia y tener pequeñas ilusiones en cosas que a nosotros nos parecen naderías.
¿Estamos ante una situación desesperada? Si somos capaces de reaccionar, estamos en una situación en la que un poco de generosidad por parte de cada uno, podría ser la base para construir un mundo mucho mejor.