Es la moda: ahora los
políticos dicen que quieren gobernar desde la humildad. ¿Comprenden la
profundidad de ese vocablo? A pie de calle, humilde, es la persona que se sabe
instrumento, que prefiere el bien general al personal; también se espera de él
que acepte las correcciones sin acusar al vecino de los fracasos; asimismo lo
sería quién trabaja con responsabilidad sin buscar constantemente el aplauso y
dejando que los que le rodean puedan mejorarlo e incluso superarlo. Entiendo
que la persona humilde tiene ganas de servir a los demás sin servirse de ellos
y que le satisface aprender para mejorar ya que es consciente de que no lo sabe
todo. Al humilde le hace feliz ser uno más, no impone su voluntad sino que
propone ideas. Humilde sería quién sabe pasar por alto ofensas o agravios sin
buscar la primera ocasión de machacar al que considera su ofensor; huye de la
corrupción y del adulador, de la estafa y el engaño.
El humilde no es
tonto, es más inteligente pues se libera de la gran carga que supone vivir
cargado de miserias.
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