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martes, 25 de septiembre de 2012
El perro labrador
Es fuerte la presión que
sufrimos personalmente y con frecuencia imponemos a nuestros hijos por ser los
mejores, por alcanzar la medalla, por no quedar los segundos. Por contraste al
regresar del trabajo observo cada día, cómo un perro labrador precioso conduce
a un invidente por las calles y consigue que esa persona pueda tener, dentro de
sus limitaciones, una vida más fácil. ¿Es el perro labrador el mejor? Es
inteligente, dócil, de una gran ayuda en los rescates, es fácil de adiestrar y
sin embargo nunca legará el primero en una carrera si hubiera un galgo o quizá
sea de menos utilidad que un san Bernardo en la nieve. Llego a la conclusión
que cada uno tenemos nuestro papel en la vida y que da igual ser el décimo de
diez si con ello hemos cumplido con nuestras posibilidades y no nos dejamos
frustrar con constantes comparaciones de habilidad, talento, posición o
instrucción
Un poco más de educación
Voy al mercado y una atenta y desconocida dependienta me saluda: ¡hola cariño! En la peluquería la amble jovencilla de 18 años me pregunta: ¿qué quieres hacerte? Oigo a unos chiquillos que dirigiéndose a una persona que les triplica la edad espetan: ¡eh tía! Esperando el autobús oigo una breve conversación en la que a cada palabra siguen dos tacos. Quizá sea la edad, pero no deja de causarme estupor la poca educación que impera en nuestras calles.
Enseñanza

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Chimenea para meditar

Esta foto la hice para vosotr@s