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lunes, 15 de febrero de 2010
Asesores de ZP y Rajoy
Sólo soy capaz de escucharles unos segundos: ZP-Rajoy o sus respectivos compañeros de trifulcas consiguen, no se si a propósito, que nos deje de interesar la política. Pagan sueldos infinitos a unos asesores que les fallan en lo esencial. No les asesoran en la importancia del diálogo, cuyo significado difiere del griterío; de la comprensión que sería lícito tener, pese a que se opine de diferente modo; del sentirse interpelado para responder con más agudeza no con más saña; de la obligación de defender causas nobles y justas, no partidistas o electorales; del deber de defender los intereses de todos, no los suyos o los del propio partido; de velar por cada ciudadano, que tiene nombre y apellidos; de la exigencia que conlleva el ser representante de tantos millones de personas. ¿Acaso los asesores tienen como única misión informarles de su lado favorable para salir en el telediario o qué temas conviene tratar sean o no sean los que nos preocupan a la gente?
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He ido leyendo los articulos que has publicado en este nuevo blog y como todos los anteriores
ResponderEliminarlos encuentro muy interesantes pero no consigo
acceder a incluir mensajes Vuelvo a intentarlo
para poder añadir algun comentario
Mercedes Hola, me alegro de que estés por aqui. Ya ves como si has puesto un comentario... a por el siguiente. Un abrazo
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que nuestros politicos no piensan, donde dije digo, digo Diego y cambian el discurso y la irterpretación según el escenario Se entiende , lejos de nuestras fronteras o en nuestro entorno, aqui es donde se rodean de una cortina de humo con el unico propósito de conservar el sillón.
ResponderEliminarMercedes, eres una artista... que dominas los medios modernos. Venga, que no decaiga, hasta el nuevo comentario. Puedes hacerlo también en los anteriores articulillos. Gracias por tu opinión.
ResponderEliminarLo diré en pocas palabras: hay una cierta tendencia en este país a castigar el trabajo bien hecho, y más injusto es comprobar que en más de una ocasión la chapuza acaba teniendo premio. Pondré un ejemplo. En el largo presente de cierre de empresas, algunas lo hacen para deslocalizarse de manera fraudulenta y, sin entrar en los motivos, su abandono del barco no merece loa. Entre las que se quedan, algunas cierran porque su capacidad de resistir se ha agotado. Hablemos de ellas y afirmemos que no es lo mismo haber cumplido con las obligaciones que no hacerlo; no es lo mismo haber pagado religiosamente les cuotas patronales a la seguridad social o no; ni es lo mismo haber ahorrado por si llega la crisis que vivir siempre al día; ni es lo mismo haber cumplido con el cúmulo de normas (medioambientales, fiscales, laborales, sanitarias, de la igualdad de género, etc.) que amontonadas sobre la actividad la perfeccionan, sí, pero la hacen prácticamente insostenible en momentos complicados. El empresario que ha hecho todos esos deberes, y además ha ahorrado trabajando más horas que un reloj, se encuentra en tiempo de crisis con el bolsillo lleno, sí, y con la espalda destrozada por el esfuerzo y el riesgo, por la responsabilidad de todas las familias que tiene a su cargo, y por la incertidumbre del futuro. Y con la crisis comienza el calvario: ¿continuamos no? ¿Cerramos o resistimos? Al final esa duda, muchas veces con meses eternos de no ingresar ni un euro, puede llegar el momento doloroso e inevitable de despedir a gente; y en la peripecia final el coste es tan grande y personal que el empresario puede verse reducido, yo conozco algunos, a carne del cuarto mundo. Al final en el bolsillo no hay nada, en la consideración social sobre la ruina se acumula el rechazo y la crítica, y en más de una ocasión la sensación de remordimiento ha inducido a otrora esforzados empresarios a la no solución de suicidarse. No es dramatismo barato, es realidad cruel de puntos del país donde la visibilidad de la empresa es tan grande que, cerrando, casi todo un mundo cierra, y quien cierra es persona non grata desde entonces para todos los damnificados. Estoy hablando de los pequeños pueblos, donde la empresa era un corazón que ya no late más. El corazón, el pueblo. Y él.
ResponderEliminarAnónimo: suscribo cada una de tus palabras. ¡ qué razón tienes! Gracias por hacersno esta consideración.
ResponderEliminarVoy leyendo tus cartas en el Diari.Muy bien y sigue adelante.Cori
ResponderEliminarMisericordia: gracias por tus ánimos!
ResponderEliminarTienes mucha razón.
ResponderEliminarAnna: me alegra verte por este nuevo blog, gracias por dejar tu opinión.
ResponderEliminarMenudos son ...
ResponderEliminar¡ Es lo que hay... de momento!
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