¿Sólo sexo?

El medio siglo largo que llevo en este mundo me ha llevado a vivir distintas etapas en la evolución de las ideas, he ido madurando algunas motivaciones por las que vale la pena vivir. Descarto una vida porque sí, sin sentido, sin un fin, sin un objetivo o meta que lograr. No me convence el ir conformándose con simples ilusiones pasajeras para la satisfacción de momentos puntuales como máxima aspiración. Tampoco me llena el placer carnal esporádico, el sexo a pelo, sin que detrás de esa manifestación esté la persona que más amo, que sea complemento de muchas cosas vividas, queridas y compartidas. El dolor tan frecuente en este valle de lágrimas, es preciso afrontarlo con fortaleza. Comprobado que no podemos huir de él, al menos puede servir como purificación y maduración personal. El no vivir aislados, el tener una familia confirma que la plenitud que se puede alcanzar pisando tierra, pasa por dedicar mucho tiempo a los demás. Buscamos momentos de soledad, realmente necesarios para mantener el equilibrio, pero nos sentimos realizados plenamente cuándo somos capaces de vencer el egoísmo y somos capaces de dar nuestro tiempo, cabeza y corazón a los demás